Cuando comemos usamos la lengua, que nos permite reconecer si algo es dulce, salado, ácido, caliente o frío.
Por eso aun con los ojos cerrados podemos reconocer diferentes alimentos.
Con la nariz también podemos distinguir alimentos por su olor.
Si estamos resfriados, lo que comemos tiene para nosotros menos sabor.
La parte de abajo de la lengua no reconece los sabores.
Hacé la prueba pasando por allí una cuchara con azúcar.
Si nos quemamos la lengua con comida demasiado caliente, ¡no sentiremos los sabores por algunos días!
Algunas cebollas son amargas.
El limón es ácido.
Las tortas son dulces.
El pancho es salado.
El medio, por ejemplo, no capta ninguno.
En el dibujo, el color que acompaña a cada alimento se ve también en la lengua y te muestra qué partes reconecen el gusto amargo, el ácido, el salado y el dulce.
Fuente: COLAZO, Pablo Daniel. Colección Quiero Saber: Los 5 sentidos. Buenos Aires: Arte Gráfico Editorial Argentino, 2012.
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