Si mirarmos la piel con una lupa, veremos unos pequeñísimos agujeritos en la superficie; son los poros.
Si tenemos mucho calor, los agujeritos dejan salir el sudor y eso nos refresca; si tenemos frío, se cierran para que el calor no escape del cuerpo.
Para jugar con la nieve, hay que usar guantes.
Acercar las manos al fuego es agradable, pero ¡cuidado!: si tocamos las llamas, nos quemamos.
La piel nos permite apreciar la temperatura del agua que cae, y si es una lluvia suave o si llueve mucho.
Cuando sentimos frío luego de tener calor, temblamos. Pequeños músculos debajo de la piel se sacuden para calentarnos.
Si nos pinchamos o cortamos con un cuchillo, el dolor es intenso.
Con solo tocar una piedra sabemos si es lisa o rugosa, es decir, si el dedo se desliza fácilmente sobre ella o no.
Si tocamos un cactus, pincha.
Si acariciamos un gato, es suave.
Fuente: COLAZO, Pablo Daniel. Colección Quiero Saber: Los 5 sentidos. Buenos Aires: Arte Gráfico Editorial Argentino, 2012.
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